1 A EN EL RECUERDO
No sé qué decir, pienso en muchas cosas, imágenes que se diluyen rápidamente unas tras otras, como voces pidiendo a gritos todo cuanto hubiera podido prolongarles la vida. Qué más puedo agregar, sino una reflexión en la más profunda consternación, lleno de dolor. En estos momentos me siento como flotando en una dimensión que no tiene sentido, en la que no alcanzo a comprender qué pasó, en la que solo imagino los rostros sufrientes, llenos de dolor y angustia, de desesperación, impotencia y resignación, como si me pidieran auxilio y desde lejos los viera, sin poder alcanzar a extenderles mis manos, mis manos que se diluyen señalándome que solo es el recuerdo de una trágica y fatídica tarde, que durante mucho tiempo será la fuente de inspiración de nuestros sentimientos más tristes y melancólicos, quizás reconfortados por el acto valiente de cada uno de aquellos héroes anónimos que no dudaron ni un instante en sacar a relucir el espíritu de solidaridad tan nuestro, tan paraguayo. En algún momento me pregunté quién era responsable. Traté de ser lo más objetivo posible, pero tal esfuerzo resultó inútil, es imposible ser objetivos cuando se trata de tantas pérdidas humanas. La razón ve resignada su fuerza y da paso a los sentimientos más tristes, que nos invaden y nos conducen como en un viaje imaginario, por las miles y miles de explicaciones posibles, sin que ninguna satisfaga nuestras ansias de respuesta. Talvez podamos algún día encontrarlas. Responsables, cómplices, encubridores, talvez la justicia trate de darnos el consuelo jurídico con un juzgamiento que todos esperamos será imparcial, pero no creo que nuestras almas encuentren reposo, ese reposo espiritual, esa paz que espero llegue. No dejemos pasar esta oportunidad para reflexionar, aprender a juzgar, pero a uno mismo, en cada acto, por más insignificante que nos parezca, no dejemos de pensar que la pérdida de tantas vidas pudo haber sido la consecuencia de nuestra irresponsabilidad ciudadana. Cuando no somos exigentes, cuando no reclamamos nuestros derechos, cuando vemos a un prójimo sufriendo y preferimos desviar la mirada. Despertemos de una vez de este lago letargo social y no volvamos a cometer los mismos errores. Que los cientos de paraguayos que desde el domingo serán nuestros ángeles custodios, vean que ha servido de algo el sacrificio involuntario que han hecho, que vean que hemos dado vuelta la página de la indiferencia, de la irresponsabilidad, de la informalidad, de todo cuanto ha sido un estigma de esta sociedad que muchos califican de decadente, pero que una vez más se ha mostrado solidaria. Solo pido que a partir de ahora asumamos nuestro rol social y cambiemos el rumbo hacia un norte en donde estarán sus almas esperándonos para recibirnos con regocijo. Justicia, prudencia, fortaleza y templanza; que estas virtudes soberanas invadan nuestras almas y sepamos perdonar si fuera necesario y dejemos que la justicia divina envuelva con su manto a todos los que cargarán en sus conciencias la pesada carga de haber olvidado que una vida humana no tiene valor material; la pesada carga de haber sido responsables de la pérdida de tantas vidas humanas por haber privilegiado intereses materiales, tan arraigados en la sociedad actual, que nos seducen, engañan y terminan arrastrándonos al abismo de su existencia.
Dios se apiade y bendiga al pueblo paraguayo y nos dé la paz que todos queremos.
Doctor Julio ROLON VICIOSO
Dios se apiade y bendiga al pueblo paraguayo y nos dé la paz que todos queremos.
Doctor Julio ROLON VICIOSO
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